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Rutas de aguas sulfurosas

 

Este itinerario se configura tomando como hitos singulares las fuentes minerales que jalonan el territorio atxabaltarra y que le confirieron la denominación de ciudad balneario. La senda transita por la Aretxabaleta-Balneario del siglo XIX. Tiene su inicio en el centro de la localidad, en el mismo punto donde tuvo su ubicación el antiguo balneario Otalora, y toma rumbo a las anteiglesias de Areantza y Mendiola. El recorrido permite atisbar la vida balnearia del municipio a través de los restos que se conservan de los balnearios de Otalora e Ibarra, las fuentes sulfurosas que los abastecían, y otras fuentes de diferente riqueza mineral.

1 - Fuente de la casa de baños de Otalora

DSC_48561.jpgLa Casa de Baños de Otalora se abrió en 1866, aprovechando el agua encontrada en el palacio Otalora. El edificio tenía dos partes: la primera, por debajo del nivel del manantial, se utilizaba para los baños y sus accesorios, y la segunda, la de arriba, contenía las estatuas y todas las demás estancias. Llegó a contar con sesenta habitaciones. Como esta última se encontraba a la altura del jardín, tenía fácil entrada desde la carretera así como desde la calle principal. El hotel era un edificio del siglo XVIII.

La toma de agua se realizó desde un caño situado en una gran estancia de 22,72 metros de largo y 6 metros de ancho. Dicho recinto estaba decorado con gran elegancia y, además de servir como espacio de ocio, también se utilizaba como paso hacia las cabinas de baño. En estas habitaciones había once bañeras de mármol bruñido y tenían paredes estucadas. En este lado del edificio se encontraban también: los depósitos de agua fría y caliente, de 24 metros cúbicos de capacidad, y una caldera que, por medio de un serpentín, producía vapor de agua en el mismo depósito; el agua se transportaba a las bañeras por medio de tuberías de madera.

Los clientes, en su mayoría, pertenecían a la nobleza o a las clases altas, y eran sobre todo madrileños.

En 1896 se cerró el Balneario y, al poco tiempo, vinieron en 1905 las Monjas Agustinas desde Mondragón, utilizando el balneario como convento hasta su demolición.

2 - Casa de baños de Ibarra

DSC_4869.jpgEn 1843 se levantó la Casa de Baños de Ibarra o baños viejos. La actividad de este balneario transcurrió a lo largo de casi un siglo (1843-1936). En 1881 fue adquirido por los Hermanos Azcoaga conociendo, a partir de dicho momento y tras las oportunas reformas, una de sus épocas de máximo esplendor, lo que le situó entre los balnearios más bellos y concurridos del Estado.

El conjunto de este Balneario acogía: una casa hospedería para albergar a los bañistas, una casa de baños y, entre ambos, una galería acristalada que comunicaba ambas edificaciones. En el centro de los mismos existía además un hermoso jardín.

El Balneario tenía forma elíptica y contaba en su centro con un recinto de 36 metros de largo y 5,4 metros de ancho. De esta sala se podía pasar a ocho gabinetes y éstos, a su vez, comunicaban con 16 cuartos individuales para el baño. En cada uno de ellos había una bañera de gran tamaño, hecha de mármol bruñido. También contaban con baños de zinc para, en caso de necesidad, llevarlos a los cuartos de los pacientes.

La hospedería tenía 48 metros de longitud y contaba con cuatro plantas; en total poseía 88 habitaciones. En la planta principal se encontraba el salón y allí se reunían los clientes durante la noche. Era una estancia muy elegante y contaba con piano y mesas de juego. Además de la hospedería, los clientes se alojaban también en diferentes casas y fondas de los alrededores; en la época más próspera llegó a contar con 300-350 bañistas.

En cuanto al origen de los bañistas, se puede decir que la mayoría provenían de Madrid, e incluso que convivían en un ambiente de camaradería, por lo que a Aretxabaleta se le conocía como “Madrid Chiquito” y al barrio donde se encontraba el Balneario como “Puerta del Sol” (hoy en día seguimos utilizando el nombre Portasol).

Aunque en 1925 todavía continuaba abierto, se podía apreciar su deterioro. En la última contienda civil las tropas militares de los dos bandos se alojaron en el Balneario y, por lo visto, en este período desaparecieron muchos objetos. Se cerró definitivamente en 1936.

3 - Lavadero de la casa de baños de Ibarra

DSC_4896.jpgNo se conocen la fecha exacta ni los nombres de quienes descubrieron las diferentes manantiales de aguas sulfurosas de Aretxabaleta. Su origen está en el uso empírico que de los mismos hicieron los habitantes o naturales del país, en tiempos más o menos lejanos, para combatir determinadas enfermedades cutáneas, tal como sucede con la historia de todas las aguas sulfurosas y también con las de otros muchos manantiales minero-medicinales.

Las propiedades químicas de estas aguas las definen como “aguas con un importante contenido de ácido sulfhídrico además de ácido carbónico, sulfatos de cal y de sosa magnesia, carbonatos de cal, magnesia y sodio así como de cloruros de magnesio y de calcio y algo de sílice”, siendo además “aguas sulfuradas sulfhídricas nitrogenadas”.

Gobadalekua viene de la palabra en euskera “gobada”, que significa “colada” o “lejía en la que se cuela la ropa”. Por lo tanto, Gobadalekua es el lugar en el que se hacía la colada. Por ello se deduce, y vista la infraestructura del lugar, que este espacio fue utilizado durante mucho tiempo como lavadero y lugar para hacer la colada. No hay más que imaginar a las mujeres de la zona lavando sus prendas y cómo no, todas las sábanas y mantelería del Balneario Ibarra.

Las características químicas del agua que fluye en este manantial eran perfectas para lavar y que el resultado fuera perfecto. Además, el espacio abierto que se abre al lado del mismo lavadero, servía para colgar, secar y airear todo lo lavado.

4 - Fuente de Mendiola

DSC_4904.jpgMendiola es una de las anteiglesias de Eskoriatza, por lo tanto, hemos cambiado de término municipal. A mediados del siglo XIV el Valle de Léniz estaba compuesto por 17 anteiglesias, dos de las cuales eran Aretxabaleta y Eskoriatza.

La anteiglesia de Mendiola nos acerca a la época en la que las luchas entre los diferentes linajes marcaban el día a día de los habitantes de la zona. En el año 1374 y gracias al entonces rey de Castilla, Enrique II, además de la de Mendiola, las otras dieciséis anteiglesias que componían el valle también quedaron en manos del Conde de Oñate, perdiendo así la tranquilidad y autonomía de la que gozaban hasta entonces. Fue en 1556 cuando el Valle de Léniz volvió a recuperar la libertad, poniendo fin a un ciclo teñido de sangre derramada.

El gran número de anteiglesias hacía difícil la gestión del valle, y en 1630 se optó por crear dos nuevos municipios que agruparan a todas ellas: Aretxabaleta y Eskoriatza. Ambos se encontraban junto al Camino Real, la principal vía de comunicación que atravesaba el valle. Pese a la importancia y preponderancia de Aretxabaleta y Eskoriatza debido a razones obvias (mayor población, su posición cercana al “Camino Real”…), todas ellas tuvieron gran peso en las decisiones que afectaban a todo el territorio.

Las huellas de esa peculiar organización han llegado hasta nuestros días, como se puede observar en el fuerte sentimiento de pertenencia a cada una de las anteiglesias y en la propia organización municipal: cada una de las anteiglesias tiene su propio auzo-alkate (alcalde de barrio).

5 - Aintziniturri

IMG_05611.jpgEl clima, la inclinación del terreno, la composición del sustrato… Todas estas características determinan la flora de un lugar determinado. No obstante, la actividad humana es uno de los mayores condicionantes, y su huella no desaparece fácilmente. Así, los montes de un territorio tan poblado como Gipuzkoa muestran fielmente algunos de los hitos más llamativos en su gestión histórica, guardando tesoros vivientes de gran valor como es el caso los árboles trasmochos.

El bosque de Gipuzkoa ha estado sometido a una gran presión y ha sido explotado con diferentes fines. La convivencia entre el aprovechamiento del bosque y la ganadería no fue fácil hasta dar con la gran solución: el trasmocho. Esta técnica consiste en el corte del árbol a una altura tal que los brotes de las nuevas ramas quedan a salvo del ramoneo del ganado. De esta forma, se evita talar el tronco del árbol, obteniendo continuamente nuevas ramas después de cada corte. Así se logró hacer compatible la producción de leña y la presencia del ganado.

Los árboles se trasmochaban cortando la guía principal cuando tenían alrededor de 50 años. Las ramas que el árbol producía posteriormente, se cortaban cada quince o veinte años. La madera se destinaba a diferentes usos, pero uno de los principales era la obtención de carbón vegetal.

En Aintziniturri podemos ser testigos del resultado de esta antigua técnica, ya que varios castaños trasmochos nos muestran una puerta para viajar en el tiempo cientos de años atrás.

Recursos

General

Aretxabaletako Udala audio 1.mp3  (cas) — 1377 KB

Otalora

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Ibarra

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Lavadero de Ibarra

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Mendiola

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Aintziniturri

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